Los superhéroes han muerto, decía hace poco Javier Marquina. Un titular osado tras el que hay muchos matices y excepciones. La misma industria que les da un palazo en la cabeza, los saca luego del hoyo y los viste con las mejores galas, para luego darles otro palazo en la cabeza. Es un ciclo sin fin, en el que el aficionado menos fiel ha de estar atento a cuándo los tipos en pijama están presentables o cuando huelen a rancio. Luego están los osados, los que optan por hacer lo que les da la gana con personajes creados desde cero.  Un caso de éxito: ‘Invencible‘, de Robert Kirkman y Cory Walker, dentro de la osada Image Comics. Un caso de fracaso: ‘Breach‘, de Bob Harras y Marcos Martín, un tebeo que DC canceló cuando apenas llevaba 11 entregas. Un pequeño fiasco para una gran editorial, que sin embargo, por su propia naturaleza, resulta un interesante tebeo, fresco y (casi) libre de ataduras, sobre la tragedia de un superhéroe involuntario.

‘Breach’ (editada en España en dos tomos por ECC Ediciones) iba a ser una nueva serie para reescribir el origen del Capitán Átomo. A alguien en DC no le pareció buena idea tocar al héroe atómico, pero, ya que estaban,  se aprovechó el trabajo realizado para crear un nuevo personaje, que inevitablemente comparte muchas características con quien pretendía ser. Estamos en 1983. Tim Zanetti, amante esposo y padre, y a la sazón mayor del ejército de Estados Unidos, está implicado en el proyecto Otro Lado, un experimento secreto para tratar de cruzar a dimensiones alternativas. Si los experimentos normales ya hay que hacerlos con gaseosa, los de este tipo ni te cuento… La cosa sale mal, y Zanetti adquiere una serie de poderes que, más que una ventaja, son una maldición.

De vuelta al presente, en 2005 -año de la edición original de ‘Breach’-, Zanetti despierta tras un largo coma, en el que el ejército lo ha custodiado en previsión de que sus capacidades podrían ser de utilidad. La vuelta a la realidad es muy amarga: no solo cree que su familia ha muerto, sino que descubre que queda poco en él de humano. Además de la emisión de una especie de campos de fuerza, el más mínimo contacto de su piel origina en cualquier cosa o ser vivo horribles alteraciones de forma. Esto le obliga a revestir su cuerpo de un material que minimiza este efecto y que da el peculiar aspecto al personaje.

Zanetti vuelve a la vida como un  superhumano que, todavía sin tener clara su identidad, se ve requerido por sus aviesos ‘paisanos’ de la otra dimensión. Mientras, donde debería encontrar amigos y compañeros, en el ejército, encuentra desconfianza hacia su naturaleza, mera utilización como arma humana y traición. Por no integrarse, ni siquiera entre los miembros de la Liga de la Justicia –Superman y Detective Marciano ejercen de ‘invitados estelares’- encuentra comprensión. Breach se comporta como un héroe, pero a ojos de amigos y enemigos no es más que un bicho raro, un ser a medio camino entre dos mundos.

‘Breach’ es un cómic que explora  la naturaleza del héroe atormentado, pero es también un cómic comercial, con altas dosis de entretenimiento y acción. Como el propio Marcos Martín ya señaló, esta obra tiene aires de ‘Expediente X‘, y la intriga está muy presente también en sus páginas. Cuenta además con la dosis necesaria de frescura que solo pueden alcanzar esas series que, por una cosa u otra, se quedan al margen de la maquinaria editorial y no tienen que participar de eventos ni ‘crossovers’ varios. El único ‘peaje’ en este sentido es la aparición de Superman y Detective Marciano, y están introducidos con tino y sentido argumental.

El otro fuerte de ‘Breach’ es el dibujo de Marcos Martín, entintado por Álvaro López. El barcelonés demuestra su dominio del género superheróico, pero también su versatilidad, al arriesgar en el diseño y movimientos que da a los seres de la otra dimensión, que resultan irreales, inquietantes y creíbles. Javier Pulido, sustituto de Martín en un par de capítulos, tampoco se queda atrás. Mención especial merece el color del estudio de Javier Rodríguez, que aplica una paleta de tonos vívidos que, a pesar de contrastar con la oscuridad de la historia, le van como un guante al cómic y acentúan sus dejes pulp.

Con todo, ‘Breach’ no deja de ser una serie coja. Lo es porque tenía que durar 12 números y se canceló en la undécima entrega, de forma digna y bien resuelta, pero precipitada y dejando la situación que plantea en sus primeras páginas sin resolver. ¿Qué hubiera ocurrido si la serie hubiera llevado su cauce natural? ¿Y si hubiera tenido el suficiente éxito para una segunda colección? No es muy arriesgado aventurar que, si ya es un tebeo interesante, probablemente se hubiera convertido en una obra redonda. En cuanto a la segunda cuestión, el personaje del mayor Zanetti ofrece mil y una posibilidades que sus creadores u otro equipo artístico podrían haber explotado. Claro está que, si por superhéroes atormentados es, no faltan ni en La Casa de las Ideas ni en su Distinguida Competencia…